jueves, 24 de febrero de 2011

ANÁLISIS DE LA PELÍCULA

EL VIAJE DE CHIHIRO
Director y guión: Hayao Miyazaki

Nacionalidad y año: Japón  

País: USA 2001

Duración: 125 min
Chihiro protesta, se queja como todo hijo consentido. La niña Chihiro no quiere mudarse, no quiere visitar su nuevo lugar. No acepta que nadie le robe su pequeño mundo perfecto. Chihiro no quiere crecer.
Con diez años todo tiende a verse diferente. Los padres: gigantes inalcanzables, con poderes de inconmensurable magnitud sobre la vida, principalmente la suya. La imaginación el instrumento natural de vivir el mundo real, de trasladar todo ese inmenso y rico mundo interior.
Cuando el viaje en el cómodo auto de la familia japonesa de buena posición se torna sin posibilidad de marcha atrás, la joven protagonista acepta su sino. Entonces perdidos en un bosque deciden continuar a pie, atravesar un profundo túnel al que Chihiro se niega. Dentro, la oscuridad, el silencio, la ansiedad.


La travesía comienza cuando ingresa en la bruma, en lo más profundo de los sueños. La búsqueda de la luz ha dado inicio. Al otro lado, el páramo se torna extraño y el primer in suceso signa la ruta. Un enorme banquete sorprende a los padres en su gula, dejando como resultado la instantánea transformación de éstos en cerdos. Definitivamente algo raro está sucediendo.

 
El viaje iniciático- Chihiro deberá ingresar al extraño espacio, comprender las reglas y aceptarlas. En ello le va la vida y la de sus padres, y el recuperar su verdadero nombre del poder de la hechicera Yubaba que se lo ha robado.
En este mundo Chihiro no existe, en su lugar está Sen. Quien enfrenta los riesgos es la madura Sen, no la niña Chihiro. No la egoísta desgarbada, sino la que es capaz de dar su vida por el amor a su amigo Haku. Sin embargo en Sen está el espíritu para volver a convertirse en Chihiro. Comprende su esencia a los tumbos, cuando ya no tiene a los padres que la apañen, cuando no puede escapar porque donde antes había un sendero ahora hay solamente agua.
Al final, pronta para su destino, toma un tren que no tiene retorno. No teme el no regresar, sabe que lo único importante es ir. Ya encontrará la forma de volver.

El realismo también está dado en la creación de los personajes y su abordaje interior. No hay procesos maniqueos, ni siquiera Yubaba es tan mala, ni su hermana gemela tan buena (por cierto, nunca están juntas en la pantalla, es de orden suponer que se trata del mismo ser. Aquello de todo lo bueno tiene las necesarias cargas de algo negativo y viceversa).
Una película para ser vista en más de una oportunidad. Debe saberse, que esta no es una cinta para niños, deberían saberlo quienes son los responsables de los horarios de las funciones. Todos imposibles para adultos, salvo los fines de semana. En consecuencia, en unos pocos días, ante la ausencia de público en las salas, la joya japonesa bajará de cartel.

Los niños la ven y preguntan cargados de dudas. Los padres aún en shock por las imponentes imágenes no atinan más que a excusarse con un "después te explico". Para cuando lo hagan, los pequeños tendrán ya edad de aprehender por si mismos los mensajes de esta verdadera obra de arte.

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